Hay una pregunta que me gusta, me inquieta y me da vueltas desde hace muchos años. La llevo a cada taller que puedo. Es de la escritora neozelandesa Katherine Mansfield y dice así: “¿Qué es lo que hace tan difícil para mí el momento de la realización?”
En una entrada de su diario, la autora se hace esta pregunta. No entiende por qué le cuesta tanto sentarse a escribir. Si tiene las ideas, si tiene el lugar, si desea hacerlo: ¿por qué no puede concretarlo? “Si ahora debiera sentarme y escribir, sin más, algunas de las historias… todas escritas, ya listas, en mi mente, me llevaría días. Son tantas. Me siento y las pienso, y si supero mi lasitud y tomo la pluma, deberían escribirse solas (están completas). Pero es la actividad. No tengo ningún lugar para escribir, la silla no es cómoda… sin embargo, aunque me queje, éste parece ser el lugar y ésta la silla. ¿Y no deseo escribirlas? ¡Señor! ¡Señor! Es mi único deseo, mi cuestión feliz”
Está el deseo, está el lugar, están las historias, pero la cabeza se llena de excusas: que la silla, que la casa, que el trabajo, que la luz de la ventana, que la lapicera, que que que que.
Federico Falco, en su novela Los llanos, le da una vuelta de tuerca más a este tema y – a mi juicio – da también en la tecla. Dice: “No escribir siempre es más placentero. Porque la energía queda en la línea del placer: no hay riesgo, no hay movimiento, hay armonía”
Querida Katherine y queridos todos nosotros que gustamos de escribir: el momento de la realización cuesta porque nos expone (¿será realmente bueno esto que quiero escribir?); nos pone en movimiento (¿cómo le doy forma? ¿cómo hago para que lo que escribo suene como quiero?); nos saca de la fantasía, de la cosa ilusoria, y nos pone del otro lado de la línea del placer. Ahí donde no sabemos cómo avanzar en la escena, cómo darle cuerpo a este personaje, etc. etc. etc.
Además: ¿y si a nadie le gusta?
Este texto no es una respuesta a la pregunta de Mansfield. Es más bien, si se puede, un impulso al riesgo, al movimiento y al caos de escribir. Porque es cierto que no escribir es más placentero, jugar con la posibilidad, discurrir en lo bueno que sería si…, es cierto. Pero TERMINAR de escribir, releer ese cuento, esa página, esa oración que encontró forma, ¡ay, qué cosa hermosa!
Queridos todos nosotros que gustamos de escribir: ¿y si nos vamos de acá a concretar el momento de la realización?
Sobre la autora
¡Hola! Mi nombre es Guadalupe Gentileschi. Soy profesora en Letras (UNLP) y trabajo dando clases en escuelas secundarias y coordinando diversos espacios de educación no formal, vinculados a la lectura y a la escritura. Además, administro una cuenta de Instagram – @casalignina – en la que comparto herramientas para el aula, propuestas de escritura y de creatividad, etc. En el 2023 publiqué mi primer libro, Querido Vicente.
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