El primer paso se llama “la piedra en el estanque” y es una entrada en calor que nos sirve para observar todo lo que puede mover una sola palabra en nuestra cabeza. La gracia está en registrar las asociaciones que podemos hacer a partir de un estímulo muy pequeño.
1) Nivel material (sonoro)
Por ejemplo, tomando la palabra “piedra”, podemos asociar por sonoridad y recolectar todas las palabras que rimen con “edra”:
hiedra
griega
ciega
nieta
siesta
piensa
fiesta
bestia
2) Nivel social (frases hechas)
También podemos asociar con frases conocidas de las que la palabra forma parte. Por ejemplo:
“piedra, papel o tijera”
“y rasguuuuuña las piedras”
“es una piedra en el zapato”
3) Nivel emocional (recuerdos)
Y, en un nivel más personal, buscar qué imágenes provoca esa palabra en mí, qué recuerdos me trae. En mi caso, la palabra “piedra” viene con el lago Nahuel Huapi y mi primer viaje largo con mis tíos, en casita rodante, cuando tenía siete años.
Este ejercicio es súper rápido y ya me puedo poner a escribir usando alguno de los tres tipos de asociación.
El segundo ejercicio se llama “el binomio fantástico” porque, según Rodari, para que se encienda la chispa de una historia, necesitamos por los menos dos palabras chocando entre sí. La idea de binomio viene de la observación de los conceptos binarios. No hay frío sin calor, luz sin oscuridad, movimiento sin quietud. Entendemos el mundo a partir de parejas de opuestos. Pero Rodari le da una vuelta de tuerca: la propuesta es armar parejas de palabras que no combinamos habitualmente.
Vamos con el paso a paso:
1) Conseguir dos palabras al azar.
Para poder combinar arbitrariamente, necesitamos del azar. Agarrá cualquier libro que tengas a mano, abrilo y poné el dedo en una hoja con los ojos cerrados. Buscá el sustantivo concreto que encuentres más cerca de tu dedo. Tomá nota de la palabra y repetí la operación. ¡Listo! Ya tenés dos sustantivos unidos por el azar.
2) Combinarlas mediante preposiciones
Por ejemplo, si las palabras son “perro” y “armario”, las combinaciones pueden ser:
el perro con el armario
el armario del perro
el perro en el armario
el perro sin el armario
el perro sobre el armario
el perro contra el armario
etc.
3) Desarrollar las imágenes
El último paso es elegir una de las combinaciones y desarrollar lo que me imagino a partir de la frase. Por ejemplo, Rodari imagina para la primera frase un perro que lleva un armario a cuestas como si fuera la casa de un caracol. Para la segunda, un armario tamaño perro para sus correas, pulóveres y demás chucherías caninas. Y para la tercera, desarrolló la historia de un médico que encuentra un perro en el armario, otro en la alacena de la cocina, otro en el cajón de su escritorio. Un perro en cada compartimento.
Para cerrar, podés preguntarte cuál de esas imágenes da para imaginar una historia. Ya tenés la semilla. La próxima vez que quieras sentarte a escribir y no sepas por dónde empezar, podés retomar la imagen y dejarte llevar por tu curiosidad.
¿Te gustó? ¿Te animás a probarlo?
Como siempre, ¡espero tus comentarios!
Clarisimo el video y el texto de abajo. Practico a veces eso de buscar una palabra en un libro y hacer escritura automática con lo que la palabra sugiere, que puede ser un sustantivo de cualquier tipo e incluso un verbo.
La idea de la escirtura automática es no pensar demasiado, sino simplemente comenzar a escribir y no parar. Lo que venga a la mente a ver donde nos lleva esa palabra que nos toco. A veces nos lleva a una historia, a veces a una lista, a veces a frases sin conexion. No importa a donde nos lleve. Lo importante es mantenerse en el camino.
Gracias
¡Exacto, Elena! Estamos en el mismo camino 😀 La práctica es todo. Qué bueno que te haya gustado el video.